domingo, 13 de septiembre de 2009

Esa loca picardía que te abraza por la espalda sorpresivamente, que te toma de los tobillos y te hace bailar. Los umbrales de la primavera, los miro, los miro, y un poco les temo, mucho les temo. Que si Foucault, que si Freud, que si Fasulo, Fangulo, quien sea con F.... fffffffffffffffff, uffffffffffffffffff, fushhh fushhhh. faaaaaaaaaaa, feeeelicidad, empieza con fe, empieza con fe, con fe y amistad. Escribir con y por la picardía que te llama a no convertirse en un hongo, en un alga, en un líquen. Pobres hongos, algas, líquenes, ¿acaso serán tan estáticos como los pretendemos? ¿acaso no sabrán ellos las respuestas que tanto buscamos y evadimos? Mañana habrá otro pedazo de soga para amarrarse la cintura y no caer y aunque todos seamos un poco esos alegres suicidas está tan demodé el sucidio últimamente, tan considerado un acto egoísta, sin sentido, que realmente poco me entusiasma. Hablar de la muerte, para desmitificarla, para perderle el miedo y quitarle todo su atractivo, como hablamos de todo, como todo lo nombramos, lo decimos, lo hurgamos, hasta sacarle todo el relleno al huesito caracú, y que, ahora sin nada, quede en el plato a enfriarse y ser tirado, aunque algunos volvamos a chuparlo, a lamerlo a pasearnos por el con una especie de nostalgia idiota. Y van cayendo las horas, como pequeñas hojitas trasnochadas, y van cayendo de a poco, como cae todo, como esa soga que siempre renovada sigue atada a tanta silla dudosa. Una soga que te ata es la que te permite avanzar ¡Oh ironía del escalador! Me tienta la idea de cortar de cortar, de caer de caer, pero tambièn me intriga qué hay allá arriba. Si pudiera sentarme como vos a mirar desde acá, si pudiera como vos, de verdad lo deseo, olvidarme de la soga y del arriba y abajo, y mirar a la altura de mis ojos, y mirar, y respirar, quizá no cueste tanto. "Y se enamoró de quien no debía, de un amor trivial y de fantasía, más a los hombres no hay que juzgarlos por el celofán con que los envuelven" Kjarcas, ayyy, viajar viajar, y no sé si yo pueda realmente enamorarme, y no sé, no sé, y de veras quisiera porque sería casi como sentarme y olvidarme de la soga, y pretender que por un momento todo lo arriba que puedo ir es este momento, y que todo abajo es prescindible, y que toda libertad, toda libertad es simplemente no tironear de la soguita. Pero acá tengo la sensación, en mi cintura, el escozor, casi es una herida, y no puedo dejar de pensar que si la soga no estuviera, que si la soga no estuviera...