martes, 30 de octubre de 2012

incertidumbre y concentración

El agua que cae como una condena ahí afuera. Hoy se fue la luz un buen tiempo. Pero eso del buen tiempo es casi una provocación, porque llueve de un modo incontrolable, sostenido e insoportable.
Decidí llevar el paraguas que estaba a punto de romperse, para que se rompiera del todo. Y por supuesto, se rompió.
Necesito desprenderme de todo, pero no lo hago. Esta vez no quiero irme.
Cuando se dan las oportunidades parecen obsequios, pero no lo son. ¡Cómo nos cuesta admitir lo que se merece! Nací con los puños cerrados, acostumbrada estoy a pelear, entonces cuando me acarician, cuando de a poco me acarician la mano y se va soltando, y se va a abriendo. Y ahora entiendo por qué la tendinitis, y por qué el dolor, porque es ese puño que tan cerrado, que tanto tiempo, y hoy que lo voy abriendo me duele tanto, de tantos años, de tanto dolor.

Ahí en el estómago hay una ansiedad indescriptible, no la describo pues. Está ahí.
El otro día lloré, mucho, casi del mismo modo en que cae esta lluvia. Pero dicen que es un temporal. Entonces pasará, y pasó, pero temporal también remite a algo grave, a chapas que se vuelan, a casas que se inundan y colchones que deben ser arrojados en la calle. Secar lo reutilizable y seguir, y seguir. Y aprovechar el espacio, el nuevo espacio que es el mismo pero tan otro, después del temporal.

Recuerdo lo dicho acerca de la ciudad después de la lluvia, y las bocinas, y los ecos, pero la cuestión es que acá llueve aún, pero esta lluvia, aún molesta, aún pesada, me moja y se lleva el peso con ella, no se queda para hacerme tiritar de frío. La dejo ir a la la lluvia, luego de tocar mi cuerpo. Y no siento frio, me seco el frío y agradezco la tibieza. Entonces soy más liviana, puedo mirar a través de esta lluvia. Como quien descorre una cortina. Como quien pone la cara en la cortina bien pegada a la ventana, y toda cortina es algo translúcida, entonces se puede ver, siempre se puede ver.

Respirar, despacito, no como quien está por dejar de respirar, sino como quien disfruta esa bocanada de aire húmedo, ese tilo que se interpone entre la podredumbre de lo inundado y los sentidos. Eso que puede ser hermoso si se quiere, y se quiere.

Andaré por el borde ese que te contaba, y no tendré el miedo de antes. Tendré un miedo nuevo, porque lo sentiré con mi piel y reconoceré mi piel mía y no ajena. Entonces esta mano puede dejar de doler, porque puedo hacer algo al respecto, no sé qué pero puedo.

Algo no se concluirá en lo que se escribe, porque esta lluvia es contínua.

Navegar en la incertidumbre
Más bien dejarse llevar
Como quien hace la plancha
Como quien deja de patalear y se dispone
A controlar la respiración.

Como si fuera tan sencillo.

Con cen tra ción.
Solo pensar en la sensación del agua en la espalda
Solo pensar en el aire en los pulmones y el estómago.
Pero pensar con la máxima seriedad posible.

Con solo un movimiento
Puedo hundirme
Con solo un movimiento
Puedo girar y nadar.
Con algunos movimientos más
Puedo huir y salir del agua.

Pero me quedo.