viernes, 2 de mayo de 2014

Como decía un catalán.



Al volver esa noche vi una chalina verde colgada del picaporte de la puerta de mi habitación. Supe de inmediato que era una mujer. Estaba hablando de mí misma, claro está, mi sorpresa fue mayor aún al reconocerme en esa chalina colgada, casi por descuido, allí, en el picaporte de la puerta.
No recuerdo haberla dejado ahí, alguien más lo debe haber hecho por mí. Seguramente esta mujer, que soy yo, que se supone que soy, que usa chalinas verdes, y que las deja colgadas en los picaportes de las puertas de dormitorios espero que nunca ajenos aunque de vez en cuando…
Menos que menos reconozco mi trazo enm la forma de dejar la chalina colgada, casi como de cualquier mujer, casi como natural, con esa forma que tienen las mujeres adultas de dejar las chalinas en cualquier picaporte con la mismísima naturalidad que si se tratara de sus propios cuellos. Yo no soy así, yo suelo ser tosca, torpe, nada parece fluir, ni siquiera en las chalinas, están por ahí, sé que tengo varias, las voy encontrando bajo mucha otra ropa, colgadas es cierto, pero lánguidas, desesperanzadas. Esta chalina verde de mujer adulta estaba completamente viva. Eso me sorprendió.
Desearía que no fueran las tres de la mañana, desearía no tener que levantarme temprano, para tomar la chalina y jugar un rato con ella. Quizá pondría música y bailaría con la chalina. Y de algún modo esta niña con la que vine de la calle, que claro está soy yo misma, se familiarizaría con esa mujer adulta de chalina. Quizá en el baile incluso se confundan y vuelvan o comiencen a ser una sola. Quizá se lleven bien. Quizá yo, que soy ellas mismas, pero soy bien otra, bailando con ellas y con la chalina, pueda dejar de llorar y llorarlas, viéndome tan lejos y tan sola.

sábado, 26 de abril de 2014



Escribir las frases
Que liberen mis tripas
Que me vacíen
Y me llenen
De una sustancia nueva
Escribir las paredes
Que no existen
Con la sangre que me brota
De los ojos obstinados
En ver y ser vistos
Algo tétrico
Y dulce
Casi como el metal
Casi como quien se rasca
Casi como el sudor
O las lágrimas

Disolverse en lo incorrecto
Como un deber
No me amedrentarán
Con sus dedos

Ella se encontró señalando
Lo que se debe
Lo que no se debe
Y se sintió plena
Al torcer su deseo
Pero la otra
Que también es ella
Lloró
Y perdió su tiempo
No su espacio
El espacio ya le era propio.
Entonces la dueña del tiempo
Que era también ella
Con su dedo rígido,
Y su sonrisa irónica
La siguió por las calles oscuras
Y aunque no le correspondía
Ese camino
Debía bajarse ahí
En el mismísimo lugar
Que quien se apropió
Atropelladamente
Del espacio.

Ambas entraron
En el tugurio escarlata
Cubierto el techo de espejos
Y lentejuelas
Una porque debía
Porque le era propio el lugar
Otra, ya sin saber por qué,
Su dedo ya encogido
Sus certezas dudosas.

La primera fue despreciada
Al igual que la segunda
Y ahora no se distinguen
La una
-----------de la otra
Pero queda más bien la angustia
Y esas ganas irrefrenables
Inexplicables
De quedarse ahí
Para ser miradas.
Sencillamente
Para eso.

jueves, 20 de febrero de 2014

La caída



El vino de la nostalgia , me empapó de angustia.
Èl vino de la nostalgia, y me empapó de angustia.
No necesitar mucho más para ser tan específica.
Aún así desear decir todo lo demás
Para que la confusión aletargue el deseo.

Si tomo esta energía
Y la redirecciono
Si pienso en esa pared
Por ejemplo
Y proyecto allí mi voz
Hasta que rebote
Si por el contrario
A todo lo supuesto
No me quedo en la angustia
-----------ni en el vino
---------------------------------ni en la nostalgia
Tal vez nazca
Lo que anda muerto.
Eso otro
Que no se espera
Como una súbita resurrección
insospechada
Y no sea eso
Sino lo otro
Siempre lo otro
Bajo mis pies el abismo por construir
Bajo mis pies al abismo, por construir
Soy yo la que busca
En las entrañas
De la que fui
De la que seré
Aunque parezca inverosímil

El mago mandarín no sabe
Que yo aprendí el idioma
De mis surcos
Ya no temo mis preguntas
Las vivo
Como van surgiendo
Sería atemorizante para él
Admitirme sabia.
Sería atemorizante para mí
Admitirme savia.

El juego, para no dormir
No ahora, ahora no
El juego para prolongar
La contradicción concomitante
Que me obliga en esta ventana abierta
A presentirte
A detestarte
A imponerme
A no dormir
No aún, porque quizá…
Nada más hay para ser dicho.