martes, 21 de septiembre de 2010

Círculos

Hace mucho que siento esto, pero últimamente se intensificó la sensación, creo que ya es certeza, que ya no puedo andar dudando. Es más, creo que lo supe toda la vida, solo que ahora me animo a admitirlo, casi con alegría, casi con miedo a perderlo de nombrarlo, casi... Hace mucho que intuyo algo circular en el tiempo, insisto, es una sensación, por tanto es difícil ponerle palabras. Sin embargo quiero, necesito ponerle palabras, como siempre, para dejar constancia de ella, para fijarla, para pensarla. Quizá, es probable, lo mejor sea disfrutar o padecer las sensaciones, tal como son, pero a esta altura de mi vida no voy a andar renegando de una característica que ya podría decirse constitutiva de la persona. A esta altura de mi vida ... pensándolo como muy tarde o muy temprano, da lo mismo. De cualquier maneras no quiero dar más vueltas y deseo volver a la circularidad, Todo sucede, una y otra vez, pero siempre de forma inconclusa. Esto me ofusca un poco, yo ando tachando, cerrando puertas, pero también abriendo ventanas. Entonces, admitir que todo se sucede de forma inconclusa es arriesgarse a la manía neurótica de intentar lo imposible, el ya está. Nada está tontita, nada está nunca. Pero es cierto, y cierto es una certeza, que puede estar por ahora, es decir, que puede ser un enunciado sincero y categórico aquél que clama ya está. Pero por ahora, hay que agregar. Mañana, pasado, dentro de cinco años, vuelve. Ese dolor de espaldas, esa personita, esa alegría, ese miedo. Y está bien que así sea, o no sé, quién soy yo para definir si está bien o mal algo que es per sé. Nono, no caer en el relativismo. Hoy creo que está bien. Esto también es relativo, pero relativo a un centro de gravedad en el que me encuentro yo, parada, y si soy mi eje, todo gira entorno a mí, entonces pareciera lógico aquello que vuelve. Un amigo se conecta, de ese entorno que vuelve. Cerrando ciclos. Yo también. ¿Yo también? Yo siempre necesito abrir para cerrar. No sé si puedo explicarlo mejor, pero es así. Pondría una metáfora, hablaría de cirujía, de infección. Pero quizá tamibén puedo pensar en una de esas persianas viejas metálicas, que necesitás abrir la ventana para cerrarla. Igual esto no sé si es correcto, no puedo asegurar que esté cerrando ciclos. Más bien volviendo a vivirlos, distintos, más míos, porque me sé eje de esos círculos, cíclicos. Hermoso, hermoso todo, crezco, muchísimo. Siento una nostalgia nueva, como alegre, y voy calculando de a poco los grandes saltos que daré. Si no tengo miedo es mejor que parecer temeraria, mejor evacuar el miedo de raiz. Vuelve todo, como la canción, cuál canción, alguna canción. Y siento una urgencia hepática, congénita de gritar que todo se va ordenando, aunque sé que aún faltan millones de vueltas más, entonces es más bien como el mecanismo de una tuerca, hasta que quede completamente engarzado, y pueda soltarlo y no se caiga, y no se caiga. Hay cosas que falta poco para que no se caigan, otras que deben estar en el piso aún, y otras, que miro risueña y no sé bien cómo se sostienen. Todo es muy delirante, si se quiere, las cosas que pendulan, que van cuando uno no quiere, y vuelven cuando no se esperan,cargadas de olores de esos otros lados a los que una no llega, pero esas cosas que pendulan te traen esos lugares, y si quiero puedo subirme, y pendular con las cosas, y viajar de pronto a esos pagos, por un rato, y volver yo cargada de esos olores. Me gusta ser mujer, ahora entiendo la frase de Nacha, pero hay tantas cosas que ella no escribió en el espejo, y yo ando construyéndolas de este lado, Loca Alicia, que se pega al espejo y no se hunde, que juega y se disfraza, que se pasea, y que muta tantas veces, de este lado, de este lado. Del otro lado, todo lo que se sueña, hermoso, hermoso, horrible, horrible. De este lado todo lo que es, lo que se vive, lo que se sufre, lo que se goza, lo que se hace, lo que se hace, lo que se hace. Me quedo de este lado, me quiero de este lado, para poder escribirme en la frente palabras al revés y leerlas al derecho. Para poder escribir, en el espejo, como Nacha, esas sensaciones que no se le pueden poner palabra, pero le ponemos igual palabras, porque los tiempos televisivos son cortos, y hay que decir, hay que moverse. Y todo vuelve, en algún momento, aunque Nacha lo Evita (no pude evitar hacer el chiste, aunque no tenga sentido, porque nada tendría sentido, más que el sentido que le vamos dando a estas vueltas, a esos encuentros, a esto escrito en este paréntesis, en ese paréntesis. Y casi que es un desafío seguir escribiendo en el paréntesis, aún a riesgo de no ser leído, yo a veces no leo lo del paréntesis, porque se supone que son aclaraciones, pero quizá, quizá, la aclaración es más importante que el texto principal, y la aclaración de las vueltas sea lo esencial, o quizá no haya tal cosa esencial, y todo sea prescindible, cosa que angustia y a la vez libera, porque lo prescindible cae al suelo, a menos, claro, que esté debidamente ajustado)

domingo, 12 de septiembre de 2010

a niqui larse y exorcizar el collar rojo

Ojo, ojo, el título solo refiere de forma alusiva-elusiva, por consonancia auditiva al nombre del referente del... bah, sin vueltas, a mi noviecito de salita de tres, quizá la relación más funcional que tuve en la vida. Bueno, bueno, hemos de frenar aquí la exageración porque sino de este viaje al pasado remoto (ya pasaron casi 25 años) puede salir cualquier cosa. La cuestión es que vuelvo una y otra vez a esa situación, esa mismísima situación, y he aquí de exorcizarla, Nicky, para no volver a pensar en ella, pasar por ella, para poder la próxima no perseguir a nadie, o alcanzarlo, o que no me importe si no lo alcanzo... Claro, no se entiende nada.Paso a explicar, ¿Explico desde el presente o bien relato aquello? Estoy indecisa. Fuimos noviecitos en jardín, y vos eras el más lindo de la clase, y yo no era la más linda, ni por ventura (Y acá no estoy hablando del amigo de Rial!), era la más quilombera, eso sí, la distinta, la que no seguía las reglas, la que en un colegio inglés andaba desarrapada, despeinada, corriendo. La que en un colegio caro no tenía ni la mitad de las cosas que tenían los demás. La que estaba fuera de lugar. Y se la bancaba, como una estoica guerrera, y a cada reto urdía en su cabeza la forma de tomar revancha y movilizaba a los compañeritos sedientos de diversión para, hacer lío, lisa y llanamente, porque ante las reglas estúpidas no queda más alternativa que romperlas. ¡Qué parecida a la que soy ahora era entonces! Y vos eras el más lindo, no necesariamente el que mejor se portaba, pero sí el más lindo, y nos hicimos amigos, y después noviecitos, no me acuerdo bien qué fue primero, pero yo tenía muchos amigos varones y pocas amigas nenas, así que no era extraño que primero hayamos sido amigos. Pero después fuimos noviecitos seguro, porque de esto sí me acuerdo. Y viniste a casa una vez, y vino tu mamá también, también una vez yo fui a tu casa, pero me acuerdo bien de esa vez que viniste a casa, nuestras mamás se quedaron charlando en la cocina y nosotros nos fuimos a mi cuarto a jugar. Éramos noviecitos, y jugábamos distinto, los amigos juegan sin tanta ceremonia, nosotros al ser noviecitos, hacíamos todo con más parsimonia, con un tono casi teatral, casi que me acuerdo que con vos no era tan exagerada, tan bruta, casi que me imagino que me portaba como una señorita, por ahí estoy inventando. Pero sí me acuerdo, porque tengo pruebas, que me sorprendiste esa tarde, porque me habías traido un regalo, antes nos habíamos regalado otras cosas, juguetes propios, pero esta vez me habías traido un regalito que pensabas que tenía que ser pera mí, un collarcito rojo, de perlitas de plástico. Y no me lo diste así nomás, me cantaste una canción. Claro, el repertorio a los tres años no es tan extenso como otros noviecitos más actuales que también me cantaron canciones distintas, propias y ajenas, y también duró así de poco el amor... ay me estoy adelantando, mejor paso a paso. Me cantaste una versión extendida del payaso plin plin, o sea, inventaste para mí una letra, que no recuerdo, que en ese momento me pareció hermosa, y triste, como una mezcla de nostalgia, de lejanía, pero había un payaso, o quizá era sólo mi forma de percibir la emoción de eso que era sólo para mí. Sólo para mí... ufff, no entendí nunca eso, miráme ahora, exorcizando esto veinticinco años después, haciéndolo público. Cuestión que al otro día yo quería compartirlo con el mundo, años más tarde entendería que esto de compartir la alegría con el mundo se remite exclusivamente al plano de los descubrimientos religioso anque políticos, cuando se trata de alegrías personales mejor guardarlas, aún no puedo, aún no puedo. En fin, le conté a las nenas, claro, no tenía muchas amigas nenas, pero quería contarles a ellas, no sé por qué, ahora pienso que quizá fue esa especie de femeinización que me daba mi vínculo con vos, no sé para qué les conté si no eran mis amigas, o por ahí fue solo para darles envidia, no sé. La cosa fue que no me creyeron, y me alentaron a probarles dándote un beso, cosa que me pareció lógica y conseguible, pero vos te escapaste. Y ahí dejé de entender, y me indigné, y me puse triste, loca, caprichosa, y ya me había olvidado de que las chicas esas no eran mis amigas y de que quería darte un beso por eso, y quería darte un beso yo, yo por cuenta propia, pero vos seguiste corriendo. Y me acuerdo ahora que mamá siempre me cuenta que antes en la plaza cuando estaba en la calesita me tenía que rescatar de las mamás asustadas de los chicos a los que yo les pegaba porque no me querían dar besos, y vos en la clase no me quisiste dar un beso, y te corrí, y te corrí, y no te alcancé. Y me cansé, porque me dio vergüenza, mucha, y me puse triste, mucho, y guardé el collar, todavía lo tengo... ¿debería tirarlo? No, no, porque fue muy lindo ese momento, y mi vínculo con vos. Pero ay, ese otro momento de vergüenza y dolor, eso es lo que quiero exorcizar. Sigo haciendo lo mismo, lo mismo. Sigo haciendo lío, cuando puedo, sigo corriendo y no alcanzando, a veces sí, y es como una reivindicación histórica, como subirme a una mesa y decirles a todas esas bobas, mirá mirá, fijáte bien, ves!!!! Pero cuando no alcanzo, es revivir esa escena, y esas bobas me miran y se ríen, y yo sigo sin entender, corriendo, chocándome con una indiferencia fría. Exorcizar el collar implica darme cuenta de que todos los errores de ese evento fueron exclusivamente míos, por darle carácter público a la persecusión, nono, no a la persecusión sino al vínculo. Y ahora no estoy haciendo lo mismo, pero lo suelo hacer. Ahora lo que quiero es poder ponerme el collar sin vergüenza, y si me preguntan por qué razon estoy usando un collar con perlas de plástico rojo, no decir nada, o simplemente sugerir que fue un regalo. Ser discreta, igual acá hay algo que me hace ruido. Y ahí my dear, vos no sos inocente, porque a ver, yo no fui nunca discreta, nunca, era bardera, gritona, contaba intimidades a todo el mundo, no sabia distinguir entre lo público y lo privado, y si sabía hacía todo lo posible para quebrar esos ámbitos. Entonces, si te gusté, si libremente decidiste estar conmigo, con migo, era así, no discreta, extrovertida, gritona, corriendo, corriendo como loca descalza o con zapatos, con o sin collar, como loca linda. Sí, sé que te invadí , pero esa era yo, quizá acá lo difícil es aceptar que no podíamos estar juntos, que no éramos compatibles. Pero fue tan lindo todo mientras duró, tanto. Igual, medio forzada por las circunstancias, y ahora más grande y vivida, elegí ser como soy, seguir siendo así. Ya voy a encontrar a alguien que no le dé vergüenza. Y que me cante a los gritos una versión extendida de cualquier canción. Ay no, no eso mejor que sea en privado. Eso me daría vergüenza a mí. Ja, perdón, Nicky, por hacerte pasar vergüenza, sabés una cosa? creo que lo que quería en realidad no era darles envidia, sino que me dejaran ser amigas suyas, compartir eso con ellas para demostrarles que si vos me veías linda, era linda, que si vos me veías nena, era nena. Por eso necesitaba probarlo de forma pública, porque esas turras me circunscribían al ambito de los varones, y yo, como siempre, como ahora, resistia, pero no intentando ser como ellas, sino en la lucha, reivindicando mi derecho a ser distinta, desordenando el rincón de la casita, lavando los disfraces, robándome los imanes, haciendo lío, haciendo lío. Ahora tengo amigas, ahora soy una nena, grande, pero aún me cuestan algunas cosas, como entender los límites, es que no me gustan nada los límites, quiero hacer las cosas como yo quiero hacerlas, y encontrarte, en alguien, y que me vuelvas a cantar la del payaso, y que pueda entender la letra sin sentir esa especie de angustia. Soy una nena grande que sigue corriendo, pero sabés qué, me gusta. Y no juego a la casita, porque en la casita solo jugaban las nenas a tomar el té y era muuuuuy aburrido, prefiero jugar a la mancha, o a la escondida. Prefiero jugar con las figuritas y los autitos, y prefieron jugar con vos, aunque sea así en secreto, y sin la santa aprobación de esas señoritas, porque vos empezaste siendo mi amigo, ahora puedo estar segura, y después fuiste mi noviecito, y está bueno jugar a escondidas, ¿no? También eso es un desafío, y a mí, demás está decir, me encantan los desafíos.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Me miro, me gusto. Siento mi cuerpo tan hermoso que me parece que fuera de otra persona. Hay algo de alienante en esta sensación extraña de sol y sentirse bien. Como si quisiera poder salir de mí, como si saliera efectivamente de mí, solo por el placer de mirarme. No puedo sacarme de la cabeza esta sensación alegre de que en un punto no soy yo esta que me gusto, que me disfruto. Sí, sí, ya sé, esa máscara construida de depresión y obsesión, sí, sí. Pero tanto me había acostumbrado a ver esa máscara en el espejo que ahora, al mirar esta otra, porque no me voy a engañar, esto también es máscara, me parece extraña. Sobre todo extraña porque siento que está hecha a mi medida. Y sí, así de simple, escribí eso y pensé efectivamente que está hecha a mi medida porque la forjé yo, a diferencia de la otra que fue más bien un escudo por circunstancias varias, para esta máscara me tomé mi tiempo, me quedé con la otra incómoda más de lo que debía, con el único objetivo de pulir esta lo más perfecta posible. No es perfecta, yo veo las imperfecciones, pero están de este lado de la máscara, como pasaba con la otra, solo que estas no duelen tanto, no se clavan en los lugares que sobresalen de mi cara, más bien están acomodadas a mis huecos. Porque la hice yo. Y para hacerla tuve que reconocerme primero, palparme, mirarme, volverme a palpar. Revisar cada rincón, limpiar lo que sobraba, aún queda tanto por hacer... A diferencia de otras veces no quiero sentarme a descansar, porque no estoy cansada, esta máscara la hice con materiales aerodinámicos, yo sabía desde antes que quería volar. La otra máscara la tengo guardada, cada tanto la saco y la lloro, me la acerco, la huelo, siento su potente hedor húmedo, sus oscuridades, me reconozco y casi que el vacío me absorbe pero también casi que algo de este lado me retiene. Por eso quizá es que no quiero sentarme a descansar. Sonrío mucho ultimamente, también lloro, pero en proporción sonrío mucho más de lo que lloro. Tengo esta sensación de fuerza, mucha, y al mismo tiempo tantas ganas de jugar y ternura. Puedo ser de cualquier manera, siento, sé que puedo ser de cualquier manera. Si puedo yo, mover, un par de zapatones, podré yo, mover, castillos y cañones, con solo, decir, la frase que aprendí.... así decía una canción de una película que me encantaba, y me encantaba porque yo quería ser así, yo quiero ser de tantas maneras, de tantas maneras. Darte un beso y escaparme. No quiero hablar de amor, no voy a hablar de amor. De juego hablo, de que estoy contenta y quiero jugar, y te invito a jugar conmigo, pero sino juego con quien quiera jugar o juego solita. Y en el medio vamos a cambiar el mundo, vamos a lograrlo, pero sino también es un lindo juego, como la vez que llevamos arena para evitar que vengan los ladrones y tapamos las cañerías, ¡qué lío se armó! Vamos a jugar con las tizas de colores y no hagamos una rayuela, pintemos nuestros nombres y miles de nubes y cosas locas por todos lados. Después corramos a saltar descalzos sobre nuestros dibujos, y capaz que podemos entrar, como Mary Poppins, y andar por la azotea, sin caernos, sin caernos, siempre en el borde, como dice Niezstche, y nunca pensé que en una misma frase podrían aparecer estos dos personajes, pero se puede, todo se puede. Porque acá también estamos jugando, con palabras, pero jugando al fin. Que no se acabe el juego, y si se acaba, empecemos rápido otro, no sea cosa que nos aburramos. No sea cosa que nos pongamos fastidiosos y empecemos a llorar.