domingo, 12 de septiembre de 2010

a niqui larse y exorcizar el collar rojo

Ojo, ojo, el título solo refiere de forma alusiva-elusiva, por consonancia auditiva al nombre del referente del... bah, sin vueltas, a mi noviecito de salita de tres, quizá la relación más funcional que tuve en la vida. Bueno, bueno, hemos de frenar aquí la exageración porque sino de este viaje al pasado remoto (ya pasaron casi 25 años) puede salir cualquier cosa. La cuestión es que vuelvo una y otra vez a esa situación, esa mismísima situación, y he aquí de exorcizarla, Nicky, para no volver a pensar en ella, pasar por ella, para poder la próxima no perseguir a nadie, o alcanzarlo, o que no me importe si no lo alcanzo... Claro, no se entiende nada.Paso a explicar, ¿Explico desde el presente o bien relato aquello? Estoy indecisa. Fuimos noviecitos en jardín, y vos eras el más lindo de la clase, y yo no era la más linda, ni por ventura (Y acá no estoy hablando del amigo de Rial!), era la más quilombera, eso sí, la distinta, la que no seguía las reglas, la que en un colegio inglés andaba desarrapada, despeinada, corriendo. La que en un colegio caro no tenía ni la mitad de las cosas que tenían los demás. La que estaba fuera de lugar. Y se la bancaba, como una estoica guerrera, y a cada reto urdía en su cabeza la forma de tomar revancha y movilizaba a los compañeritos sedientos de diversión para, hacer lío, lisa y llanamente, porque ante las reglas estúpidas no queda más alternativa que romperlas. ¡Qué parecida a la que soy ahora era entonces! Y vos eras el más lindo, no necesariamente el que mejor se portaba, pero sí el más lindo, y nos hicimos amigos, y después noviecitos, no me acuerdo bien qué fue primero, pero yo tenía muchos amigos varones y pocas amigas nenas, así que no era extraño que primero hayamos sido amigos. Pero después fuimos noviecitos seguro, porque de esto sí me acuerdo. Y viniste a casa una vez, y vino tu mamá también, también una vez yo fui a tu casa, pero me acuerdo bien de esa vez que viniste a casa, nuestras mamás se quedaron charlando en la cocina y nosotros nos fuimos a mi cuarto a jugar. Éramos noviecitos, y jugábamos distinto, los amigos juegan sin tanta ceremonia, nosotros al ser noviecitos, hacíamos todo con más parsimonia, con un tono casi teatral, casi que me acuerdo que con vos no era tan exagerada, tan bruta, casi que me imagino que me portaba como una señorita, por ahí estoy inventando. Pero sí me acuerdo, porque tengo pruebas, que me sorprendiste esa tarde, porque me habías traido un regalo, antes nos habíamos regalado otras cosas, juguetes propios, pero esta vez me habías traido un regalito que pensabas que tenía que ser pera mí, un collarcito rojo, de perlitas de plástico. Y no me lo diste así nomás, me cantaste una canción. Claro, el repertorio a los tres años no es tan extenso como otros noviecitos más actuales que también me cantaron canciones distintas, propias y ajenas, y también duró así de poco el amor... ay me estoy adelantando, mejor paso a paso. Me cantaste una versión extendida del payaso plin plin, o sea, inventaste para mí una letra, que no recuerdo, que en ese momento me pareció hermosa, y triste, como una mezcla de nostalgia, de lejanía, pero había un payaso, o quizá era sólo mi forma de percibir la emoción de eso que era sólo para mí. Sólo para mí... ufff, no entendí nunca eso, miráme ahora, exorcizando esto veinticinco años después, haciéndolo público. Cuestión que al otro día yo quería compartirlo con el mundo, años más tarde entendería que esto de compartir la alegría con el mundo se remite exclusivamente al plano de los descubrimientos religioso anque políticos, cuando se trata de alegrías personales mejor guardarlas, aún no puedo, aún no puedo. En fin, le conté a las nenas, claro, no tenía muchas amigas nenas, pero quería contarles a ellas, no sé por qué, ahora pienso que quizá fue esa especie de femeinización que me daba mi vínculo con vos, no sé para qué les conté si no eran mis amigas, o por ahí fue solo para darles envidia, no sé. La cosa fue que no me creyeron, y me alentaron a probarles dándote un beso, cosa que me pareció lógica y conseguible, pero vos te escapaste. Y ahí dejé de entender, y me indigné, y me puse triste, loca, caprichosa, y ya me había olvidado de que las chicas esas no eran mis amigas y de que quería darte un beso por eso, y quería darte un beso yo, yo por cuenta propia, pero vos seguiste corriendo. Y me acuerdo ahora que mamá siempre me cuenta que antes en la plaza cuando estaba en la calesita me tenía que rescatar de las mamás asustadas de los chicos a los que yo les pegaba porque no me querían dar besos, y vos en la clase no me quisiste dar un beso, y te corrí, y te corrí, y no te alcancé. Y me cansé, porque me dio vergüenza, mucha, y me puse triste, mucho, y guardé el collar, todavía lo tengo... ¿debería tirarlo? No, no, porque fue muy lindo ese momento, y mi vínculo con vos. Pero ay, ese otro momento de vergüenza y dolor, eso es lo que quiero exorcizar. Sigo haciendo lo mismo, lo mismo. Sigo haciendo lío, cuando puedo, sigo corriendo y no alcanzando, a veces sí, y es como una reivindicación histórica, como subirme a una mesa y decirles a todas esas bobas, mirá mirá, fijáte bien, ves!!!! Pero cuando no alcanzo, es revivir esa escena, y esas bobas me miran y se ríen, y yo sigo sin entender, corriendo, chocándome con una indiferencia fría. Exorcizar el collar implica darme cuenta de que todos los errores de ese evento fueron exclusivamente míos, por darle carácter público a la persecusión, nono, no a la persecusión sino al vínculo. Y ahora no estoy haciendo lo mismo, pero lo suelo hacer. Ahora lo que quiero es poder ponerme el collar sin vergüenza, y si me preguntan por qué razon estoy usando un collar con perlas de plástico rojo, no decir nada, o simplemente sugerir que fue un regalo. Ser discreta, igual acá hay algo que me hace ruido. Y ahí my dear, vos no sos inocente, porque a ver, yo no fui nunca discreta, nunca, era bardera, gritona, contaba intimidades a todo el mundo, no sabia distinguir entre lo público y lo privado, y si sabía hacía todo lo posible para quebrar esos ámbitos. Entonces, si te gusté, si libremente decidiste estar conmigo, con migo, era así, no discreta, extrovertida, gritona, corriendo, corriendo como loca descalza o con zapatos, con o sin collar, como loca linda. Sí, sé que te invadí , pero esa era yo, quizá acá lo difícil es aceptar que no podíamos estar juntos, que no éramos compatibles. Pero fue tan lindo todo mientras duró, tanto. Igual, medio forzada por las circunstancias, y ahora más grande y vivida, elegí ser como soy, seguir siendo así. Ya voy a encontrar a alguien que no le dé vergüenza. Y que me cante a los gritos una versión extendida de cualquier canción. Ay no, no eso mejor que sea en privado. Eso me daría vergüenza a mí. Ja, perdón, Nicky, por hacerte pasar vergüenza, sabés una cosa? creo que lo que quería en realidad no era darles envidia, sino que me dejaran ser amigas suyas, compartir eso con ellas para demostrarles que si vos me veías linda, era linda, que si vos me veías nena, era nena. Por eso necesitaba probarlo de forma pública, porque esas turras me circunscribían al ambito de los varones, y yo, como siempre, como ahora, resistia, pero no intentando ser como ellas, sino en la lucha, reivindicando mi derecho a ser distinta, desordenando el rincón de la casita, lavando los disfraces, robándome los imanes, haciendo lío, haciendo lío. Ahora tengo amigas, ahora soy una nena, grande, pero aún me cuestan algunas cosas, como entender los límites, es que no me gustan nada los límites, quiero hacer las cosas como yo quiero hacerlas, y encontrarte, en alguien, y que me vuelvas a cantar la del payaso, y que pueda entender la letra sin sentir esa especie de angustia. Soy una nena grande que sigue corriendo, pero sabés qué, me gusta. Y no juego a la casita, porque en la casita solo jugaban las nenas a tomar el té y era muuuuuy aburrido, prefiero jugar a la mancha, o a la escondida. Prefiero jugar con las figuritas y los autitos, y prefieron jugar con vos, aunque sea así en secreto, y sin la santa aprobación de esas señoritas, porque vos empezaste siendo mi amigo, ahora puedo estar segura, y después fuiste mi noviecito, y está bueno jugar a escondidas, ¿no? También eso es un desafío, y a mí, demás está decir, me encantan los desafíos.

No hay comentarios: