sábado, 19 de octubre de 2013

Razones para el desprecio



La noche
Como un anticipo
El recuerdo
Envuelve
Invade
No estoy nunca sola
Escribiré
Con los ojos cerrados
Para no volcar las lágrimas
Y manchar el papel
El mate ya está frío
No estoy sola
Ahí mi pena
Demasiado cerca
Para sentirme desolada
Verás la improbabilidad
De destruir mi refugio
Hace años que estoy acá

Pensé haber salido
Aquella vez que nos vimos
Pero ahora comprendo
Que te saludé desde la ventana
Mi medio cuerpo dentro
Atado, atado
Tengo mis grilletes
Acá nomás
Pesan
¿Los viste?
Cuando te asomaste
Te convidé un mate
Frío
Es lo que tengo
Llegarme a la hornalla es tan difícil
Y te perdería
Cuando volviera es seguro
No te encontraría
Y me sentiría desolada
Dejaría enfriar el mate
De nuevo
Para tomarlo sola
En compañía de mi pena
El grillete es sonoro
El grillete es mío
Creo
Ya no recuerdo
Cuándo apareció
Tengo siempre sueño
Y despierto soñándote
A vos, que no sos vos
Sino quien se acerca
No, no me acarices el rostro
Voy a llorar
Nadie me ha acariciado
Nadie me ha acariciado
Vos
Tu aroma se confundió con la primavera
Y ahora estás adentro
Sin que yo te lo haya permitido
Y ahora que de verdad la ventana está sola
Los grilletes duelen más
Porque es tu aroma lo único que me abraza
Y la sensación de la mejilla
Se extendió por mi cuerpo
Y ahora necesito
Reclamo
Que me corten el grillete
O cortarme la pierna
Entera
Que no quede rastro
De mi apresamiento
Y arrastrarme hasta afuera
Quizá te alcance
Si te has ido recién nomás
O quizá no
Quizá fue hace tanto tiempo
No sé del tiempo
Siempre sueño
Siempre duermo
Acá lo único
Es el grillete
Mi pena
El mate frío
Y esta maldita oscuridad
Ya casi no recuerdo el escozor de tu caricia
Ya casi que me siento mejor
Hoy podré dormir
Y no soñarte.

sábado, 24 de agosto de 2013

Devenir sólido



Escribir las frases
Que liberen mis tripas
Que me vacíen
                 Y me llenen
De una sustancia nueva.
Escribir las paredes
Que no existen
Con la sangre que me brota
De los ojos obstinados
En ver y ser vistos
Algo tétrico
Y dulce
Casi como el metal
Casi como quien se rasca
Casi como el sudor
O las lágrimas.

Disolverse en lo incorrecto
Como un deber
No me amedrentarán
Con sus dedos

Ella se encontró señalando
Lo que se debe
Lo que no se debe
Y se sintió plena
Al torcer su deseo
Pero la otra
Que también es ella
Lloró
Y perdió su tiempo
No su espacio
El espacio ya le era propio.
Entonces la dueña del tiempo
Que era también ella
Con su dedo rígido,
Y su sonrisa irónica
La siguió por las calles oscuras
Y aunque no le correspondiera
Ese camino
Debía bajarse ahí
En el mismísimo lugar
Que quien se apropió
Atropelladamente
Del espacio.

Ambas entraron
En el tugurio escarlata
Cubierto el techo de espejos
Y lentejuelas
Una porque debía
Porque pertenecía.
Otra, ya sin saber por qué,
Su dedo ya encogido
Sus certezas dudosas.

La primera fue despreciada
Al igual que la segunda
Y ahora no se distinguen
La una
-----------de la otra
Pero queda más bien la angustia
Y esas ganas irrefrenables
Inexplicables
De quedarse ahí
Para ser miradas.
Sencillamente
Para eso.

sábado, 13 de julio de 2013

Meditaciones de descarte

Es confuso el tiempo. Siempre vuelvo a pensar en él. Dejo la frase anterior así, ambigua. Adrede.
Siempre, esas palabras. Nunca, antes de hacer terapia había pensado que eran determinantes. Siempre consideré que eran exageradas, pero no determinantes. Siempre, siemper, nunca, nunca. No sé hablar sin usarlas.
No. También es determinante.
El tiempo, decía. Absurdo, va y viene. El pensar sobre el tiempo, todo el tiempo.

La última semana volvió a mí un pasado escalonado. Con fechas exactas y aproximadas. Como quien se topa con una agenda vieja y comienza a husmearla. Necesité reconectarme con ese pasado, si bien lo sabía muerto, caduco. Todo tiempo pasado fue... no sabremos si mejor ni peor, la certeza es que fue.
Los verbos son más exactos que los adverbios, y muchísimo más exctos que los adjetivos. Los sustantivos son difíciles de encontrar, los justos.
Desearía poder hablar solo con verbos.
Sin conjugar siquiera. O conjugándolos aleatoriamente. Decir, por ejemplo

Viajo dormía despertaré
subirá
anduvo
teme
dudo

Y mechar algunos quizáses, y un mientras tanto.

El gerundio es más correcto. Ando.
Mientras tanto el gerundio. Estoy pensando sobre el tiempo y las palabras. Voy viviendo, mientras tanto. La repetición no es un recurso estilístico sino un axioma.

Extraño.

Dejar la palabra suelta y no aclarar si adjetivo y verbo con la persona a cuestas. Creo que las dos cosas.

Vino a mí un libro de poemas de Emily Dickinson. Pienso en la poesía que rehuye de toda estructura. Y atraviesa el tiempo. Todo poeta es más allá de su tiempo, poeta, en su tiempo, pero más allá.

No, no es el deseo de trascender por el reconocimiento, sino el deseo irrefrenable de superar los límites absurdos que nos atan al presente. Sí, quisiera salir corriendo, hacia atrás, hacia adelante. Hacia atrás ir, y resolver lo no resuelto, y echarme en los brazos-pasto que extraño. Hacia adelante para mirar.

Pero tengo este pedacito de presente. Y es mucho. Mirarme la punta de los zapatos, un rato. Acá estoy.

Tomo ese brebaje que son los años y dudo de sus efectos.

Disfrutaré tu compañia, si así lo deseas. Yo ya no quiero pedir, yo necesito seguir andando, despacio, pero seguir andando.

Puede que te conviertas en pasado. Entre nosotros se va formando ese arroyo, ese río... no, no habrá puentes. Tan sencillamente porque no puedo hablar en futuro. Sólo veo bajo mis pies este río que se va formando, caminaré un rato por la orilla, mirándote, hasta que ... ya no te mire, con los ojos... Casi como ahora me van saliendo ojos en la espalda, que no siempre abro, por las dudas, para no confundirme.

No descender al lenguaje oscuro. Quedarse en el claro del río. El infinitivo es casi una orden, aunque no lo sea.

Pensar, sentir... cual es la diferencia?

Devenir... ese verbo hacía rato que no se me escabullía de los labios. Devenir. Eterno, dicen por ahí. Y yo, que sigo aún pensando en el tiempo. 

miércoles, 26 de junio de 2013

Mar adentro

Asombrada voy por la vida entretejida entre aquello que es sensación y lo otro que también lo es, pero su origen es externo.
Acá en las tripas un cuento melancólico, con Serrat de fondo. Esa precisa canción, de lo que pasa y lo que queda. Creo que mis tripas son de origen genético. Siento acá en el estómago la melancolía familiar, lo que es mío es la percepción de la misma. Escucho ese tema, y me siento en la mar... en el mar.
Hace rato voy soñando con barcos, los salto, los trepo, me duermo en los rincones. Nací con olor a río, pero el olor no era mío ni de mi cuna, el olor lo llevaban en los brazos mis padres, transmitidos por sus padres, y sus padres.
Después está lo otro, y sonrisa. Y sonrisa devuelta. El mundo me mira y me acaricia con olor a monte. Quién diría que es posible ser del monte y del río al mismo tiempo.

De a poco bajo mis pies, como el río que va más pronto que este barco que aún está amarrado al muelle, se me forma el pasado. Lo veo formarse, lento, como las figuras que se forman con las nubes. Un poco dudo del pasado que veo, porque es pura interpretación. Las nubes son nubes, y los hechos son hechos, pero ahí este gusto a melancolía que me prueba que es pasado. Y que ya se fue, por más que lo vea, cual si fueran las estrellas, las veo, pero la ciencia dice que puedo dudar de su actualidad. Cuando menos dudar.
Sin embargo ahí están. Y algo me dice que no podré alcanzarlas, por lo lejos en espacio y tiempo. Ningún brazo mío podrá atravesar el umbral entre lo que no fue y lo que es.

Maldita la hora en que nos pretendemos dueños de nuestra historia. Más bien la vamos viviendo, lo mejor que se puede, tratando de no sobreactuar, para no alertar a nadie, para que nadie piense que sabemos más de lo que sabemos. 

Ya no sé si te extraño a vos, o a quíen... creo más bien que me extraño a mí, en ese papel que sabía desempeñar porque lo había hecho un tiempo prudencial para aprenderlo. Ahora ando un poco a tientas, con técnicas aprendidas, tratando de que no se vislumbre la técnica, no debe ocurrir eso, debe vislumbrarse la carne hecha canción.

No debería escuchar la música que estoy escuchando.... me siento vieja en el pasado que se me acumula bajo los pies. Debiera desamarrar el barco, y zarpar. Y admitir que puedo navegar. Mar adentro.

martes, 28 de mayo de 2013

Ahora aún.

Ayer te lloré súbitamente. No me lo esperaba. Nada indicaba que fuera a suceder. Simplemente ocurrió. Como quien derrama un líquido por torpeza y se averguenza y llora y más líquido. Me avergonzó llorarte.
Ya no estás en el lado izquierdo de mi corteza cerebral, ahí escondido entre el cráneo y la masa gris, por encima de la oreja. Aunque para quitarte de ahí me haya quedado un poco sorda. Pero ya no me duele ahí cuando te lloro.
Me duele el pecho. Entre los dos pechos, y quizá un poco más arriba, justo en la base del cuello, como un pequeño pinzamiento de un hilo que se estira y tira hacia abajo las amígdalas, y quizá también los ojos. Por eso quizá es que te lloré de repente.
Escucho música que no me recuerda a vos, sino a este dolor acá en la base del cuello, porque es un dolor que es genérico más bien, que ya lo tuve, entonces no quiero pensar que es tuyo, sino más bien mío. Y soy yo la que tengo que lidiar con él. Como lidié con vos.

Ser y estar, lo mismo que yacer, son verbos que no pueden andar solos. Eso me enseñaron mal en la secundaria.
Porque la vida se empeña en dar cuenta de que yo soy, estoy, yazco (así se conjugaba?) sola.

En el fondo de mi cpu suena Alanis Morissette. Swallow it down like a jagged little pill.... y así . Un poco debo decir que estoy cansada de crecer. Me duelen las articulaciones todas. Quisiera un tiempo de detenerme, contraída, como los pies de las ninfas, aunque me deforme.
Quiero descansar, quiero no dolerme más de lo que dejo atrás de mí.
No te lloré a vos, me lloré a mí, la que de mí te quedaste, que ya no puede volver a ser de ninguna manera porque los malditos procesos de conciencia son así, irreversibles.

Años me pasé anclada en la palabra Irrecuperable. Hoy es la irreversibilidad. Y es irreversible eso, la toma de conciencia. Siempre lo íntuí pero ahora lo sé, y eso también es toma de conciencia. Me duelo de lo que sé de mí ahora que antes al no saberlo podía plácidamente ignorarlo y ya. Andar a los tumbos puede ser muy sencillo.

No hay nada de vos que me tiente a volver, pero hay todo de mí que me invita a regresar, y no puedo. Y me duele. Ahora no sé quién soy, pero sé que soy yo. No sé si voy a gustarme, no sé si podré amarme por completo como creía que me amaba antes.

Todo todo está por verse y tengo miedo. Tengo miedo. De no ser la mujer que quise ser. De no poder serlo. Tengo miedo de descubrir el velo que me cubre y encontrarme con todo lo que traté de evitar. Tengo miedo de que lo que encuentre allí tenga el mismo carácter que la toma de conciencia.

Entonces ahí estoy yo, que yazco sola, y yo que estoy frente a mí misma, que no me animo a mirarme. Y yo soy la que debe mirar y la que yace. Sola en mi propia companía. Volver a mi propio útero para salir de una vez por todas. Y quizá la metáfora de la biopsia no fue nada más que eso, mirarme a través de los ojos clínicos mi propio útero para sentirme casa, para meterme ahí adentro aunque sea desde una pregunta, y salir hecha respuesta.... Ahora estoy aún en la caja negra. Ahora aún estoy pariendo-me.

sábado, 26 de enero de 2013

más sobre puertas

Hoja en blanco.
No temo.

Ayer lloré una angustia vieja. Me supo agria.
Supe sacar de ahí lo que no correspondía, pero no pude dejar de mirarlo.
Una relamida fría recorrió mi pecho.
Estuve ahí, esperando.

Maldije tantas veces la hora de la espera, que ahora no puedo esperar con paz.

Ese sabor agrio invadió mi garganta. Llorar, llorar. Estoy tan cansada, llorar también me inunda de aromas de antes, de olores alcanforados.

A mi alrededor todo se ordena. Es la amargura en mi garganta la que grita el desconcierto. Yo siempre fui la que no sabe ser amada.

Juro solemnemente no ser más yo, y ser un poco como el resto del mundo. Que vive y sufre, poquito, mucho, nada.

Esa capa arrugada que me cubre los ojos, todo fue hecho, dicho, y fue tanto que no puedo dejar de repetirlo.
Repetirlo para no olvidarlo, y no olvidarlo para que su vuelta no me tome por sorpresa.
Saber que estoy hablando de todo a la vez, y esperar que las yemas de mis dedos puedan con la velocidad de lo superpuesto.

De repente desperté frente a mil puertas. Sé que no podré abrirlas todas y pasar. Quisiera jugar, quisiera que todas dieran a un mismo jardín, y que fuera idéntico y distinto atravesar cualquiera. Poder volver, cuando me plazca, y el viento, y el viento.

Quizá sea así, quizá detrás de todas estas puertas hay un jardín, y no aquéllas bóvedas húmedas y oscuras que edificó mi angustia. Quizá salir es perder la angustia. Pero el amor duele tanto que se le parece. Y dudo.

Me llenaré de distracciones para evitarme. Pero algo me llama al silencio esta vez. Algo me dice a los gritos que debo descansar antes de partir.

No lloro cuando duermo. Eso hay que des ta car lo.

Verteré las lágrimas que quedan en una cantimplora, para lo que sea que me espere tras las puertas que decida cruzar. Cerraré los ojos y daré algunas vueltas, mareada atravesaré la que pueda, tanteando, para no golpearme. Todas allí, y yo de este lado. Pero esta vez es diferente, esta vez sé que camino.

Entonces lo amargo, lo ácido, lo agrio, como quien regurgita antes de tragarse el orgullo, el terror, el veneno. Y quizá sea eso que vuelve, como un recordatorio, para no volver.

Y no saber, mareada ya de tantas vueltas, quién va,
--------------------------------------------------------------quién vuelve.
Qué puerta, qué espera, qué angustia, qué miedo.

Me aferro al piso con las uñas hasta que todo pase, con los párpados apretados. Siento en mi cuello y en mis hombros la brisa de las puertas que se abrieron solas por mi vendaval. Me quedaré aún un rato, cegada. Hasta que decida ponerme en pie y caminar en diagonal, a donde me permita el equilibrio.