jueves, 4 de septiembre de 2008
buscando septiembre
El silencio obstinado en mi faringe. Ese miedo de incógnito en mis mucosas. Tanta imposición estúpida que sólo deviene en esperas.
Voy a salir, aunque frío, aunque noche, aunque tanta mugre. Voy a no hablar mientras camino, para no distraerme de mi pensamiento, y llevarlo hasta el final, bien hasta el borde, y empujarlo un poquito, para que se caiga, y mirarlo caer y aplaudirlo. No voy a gritar bravo bajo la bufanda.
Marchar quieta. Marchar quieta.
En la inmovilidad misma de la debacle, en la espesura suprema de este nudito que se cierra de a poco, y mi boca, mi boca.
Besaré tu espalda, y tu nuca. No quiero ver tu cara, al empujarte, no quiero ver mi cara, en tu cara, no quiero verme, empujándote, empujándome.
Mañana, cuando la puteada se me escape, entre los dientes, y tape con mi mano, como queriendo retenerla, y me sienta impotente, imposible, y me fastidie hasta mi presencia ausente, descubriré el secreto, y lo guardaré para más tarde.
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1 comentario:
Empújelo si desea, ¿arrepentimiento?
Era lo que querías ¿no?
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