sábado, 28 de enero de 2012

J.C.B

Hay dìas difìciles. Hoy es uno de ellos. Me despertè con una tristeza tibia. No voy a esquivar las ganas de llorar, pero tampoco voy a apurarlas. Cuando uno apura un vaso o se derrama o te patea el hìgado, o lo que es peor se te sube a la cabeza y andàs por la calle diciendo estupideces. Mejor dejar ahì el vaso, la taza tibia, en el pecho, aùn no està en la garganta. Todo corre el riesgo de ser magnificado... esa ausencia, esa espera, esa canciòn. Y sobre todo la permanencia oculta de la verdadera raìz del espanto. Sì, ahora dije espanto. Me sobrevivì a tantas calamidades, me dispuse de frente para frenar y atravesar tormentas. Heme aquì, entera, màs fuerte. Pero el recuerdo ¡mi Dios! El recuerdo de la angustia aterroriza a los màs fuertes. Sì, cariño, me puse bien, vos sabìas. Pero esta manta tèrmica sigue pegada a mì, y cada tanto me toma por sorpresa. Si me hubiera quedado, si me hubiera quedado...no, es simplemente esta manta tèrmica la que me lleva a pensar eso, nunca hubo dònde quedarse. Fue culpa de Baglietto creo yo, porque me remontò a mi adolescencia, la verdadera, la otra, en la que las angustias superaban mi capacidad de salto. Ahora sè saltar, sè volar, sè nadar. Puedo irme, puedo irme.... Y quedarse my dear, quedarse siempre es un peligro.

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