Un hada
me dejó sus alas, aquí
en el suelo
y se
fue volando
con el
resto de su cuerpo.
El hada
nos dejó sus alas.
Aún nadie sabe
qué
hacer con ellas.
Buscamos
incansablemente bajo tremendas alas que se haya escondido ella, que se haya
quedado. No.
Bichos
raros las hadas. Como todo lo que empieza con hache. Mitad personas, mitad
insectos, mitad duendes, mitad ángeles, mitad demonios. Y entre tantas mitades
un cúmulo de confusiones acumuladas que llevan a cuestas, y desperdigan por
ahí, ¿Acaso no es eso el polvo de hadas?
Las alas
del hada
Yacen incómodas
Las alas
de Hades
Se la
llevaron
Y dejaron
este resto
Como una
permanencia
Los
simples mortales
Los eternos
mortales
No entendemos
No pretendemos
entender
Hoy miré
al cielo
Y respiré
tu ausencia
Sonreí un
poco
aminoré
mi marcha
Para observarte
ahí
Detrás de
las nubes
De Santa
Rosa.
El
viento me despeinó
Y yo
seguí caminando
Quise
detenerme
No lo
hice
Aprendí
a llorar
Como quien
deja correr el agua
Aprendí
a mojarme la cara
Salobre
Y ver
mi sombra
Sin caerme
Aún no
he aprendido
A dejarte
ir.
Fue esa
canción
Y algo
de un rayo de sol
Fue quizá
la fecha calendario
Es este
agosto que le faltan solo horas
Es el
septiembre que se empecina en no llegar
O los
signos de los tiempos
Que decidí
desoír.
Ahí
estás
Imponderable
Enorme
Ubicua.
Y tus
alas acá
¿acaso
es un regalo?
O quizá
una advertencia
sobre el
olvido
sobre la
angustia
sobre la
muerte.
A la
Virgen que desata los nudos
Le ruego
que desate los tuyos
Y los
nuestros
Y a
todos que perdonen
La literalidad
Y a las
otras Vírgenes, a todas
Que te
abracen
Que te
guarden
Que nos
guarden
Que nos
presten su túnica
Para secar
las lágrimas
Que siguen
brotando
O quizá
no sea eso, y
Comenzaste
a llover
Como
corresponde.
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